Prosaurópodos

Los prosaurópodos (Prosauropoda) son un grupo de reptiles diapsidos sauropodomorfos que vivió entre el Triásico medio y el Jurásico medio. Estos animales eran los primeros en alcanzar un gran tamaño fuera del agua, además tenían muchas ventajas respecto a su competidores, pues podían erguirse sobre sus patas traseras para alcanzar la comida de las copas de los árboles, además, su largo y flexible cuello les permitía alimentarse también de plantas bajas como los helechos. No todos los prosaurópodos podían erguirse, pero los que no podían, solían ser animales del tamaño de un elefante. Estos animales eran los grandes herbívoros del Triásico, pero en el Jurásico inferior, un grupo emparentado, los saurópodos, empezó a crecer, por lo que los saurópodos estaban en una competencia que los llevo a la extinción a inicios del Jurásico medio. 

Géneros

Aardonyx: El Aardonyx

era un dinosaurio pequeño, aunque era más grande que un humano. Significa garra de tierra, medía entre 4 y 5 metros de largo y 1,3 de altura. Este dinosaurio era un prosaurópodo mediano, del Jurásico. Tenía el cuello largo, y posiblemente tenía pequeñas espinas en la espalda y la cola. Cómo todos los prosaurópodos podía andar a cuatro patas o a dos, para comer de los árboles.

Ammosaurus: El Ammosaurus

poseía un cuerpo esbelto y alargado y podía andar tanto a dos como a cuatro patas. Cuando se movía rápido se desplazaba a dos patas con la cola como equilibrio. El hecho de poder avanzar tanto a dos como a cuatro patas le permitía comer tanto de las plantas bajas como los helechos como de las hojas de los árboles. Este animal era atacado por el Dilophosaurus, y cuando esto sucedía se defendía con las garras de las patas delanteras.

Anchisaurus: El

Anchisaurus poseía un cuerpo esbelto y un cuello y una cola muy largos. Se cree que se desplazaba a cuatro patas, ya que su delgado cuerpo apenas se podría haber soportado sólo sobre dos patas. Gracias a sus dientes aserrados en forma de hoja podía comer las partes más duras de las plantas. También desenterraba raíces con las garras de las patas delanteras. Probablemente disponía de bolsillos en las mejillas para que al engullir no se le saliera el alimento de la boca, y además servirían para guardar alimentos. El Anchisaurus alcanzaba las hojas de los árboles irguiéndose sobre las patas traseras y en la cola, formando un trípode. Además, se aferraba al árbol con las garras de las patas delanteras mientras estiraba el cuello para alcanzar más altura. El Anchisaurus se desplazaba en manadas para defenderse de los depredadores como el Megapnosaurus o el Dilophosaurus.

Blikanasaurus: El Blikanasaurus,

cuyos cuatro miembros presentaban longitudes similares, lo que indica que sólo podía moverse a cuatro patas, una posición a la que también le obligaba su peso. La forma de sus dientes, en forma de hoja y con el borde serrado sugiere que este animal sólo se alimentaba de helechos bajos y los helechos arborescentes. También comía cícadas, las extintas cicadacoideas y coníferas. Se defendía de los depredadores con la gran garra curvada que tenía en la mano. También la usaba para excavar.  Su cola era bastante corta y su cuello largo.

Coloradisaurus: Este animal podía

desplazarse a dos o a cuatro patas, bien para coger alimento o bien para beber. Este animal era poco pesado para su tamaño. Su cabeza, en comparación con los otros prosaurópodos, era más corta y ancha por detrás y sus dientes eran pequeños y afilados para cortar las hojas de las que se alimentaba.

Euskelosaurus: Aún no

se ha hallado ningún cráneo entre los numerosos restos de Euskelosaurus que se encontraron a lo largo de Sudáfrica, por lo que su esqueleto sigue incompleto. Este herbívoro tenía la zona abdominal muy desarrollada, lo que desplazaba su punto de gravedad hacia delante, lo que obligaba al animal a ser cuadrúpedo, a lo que también le obligaba su gran tamaño y su peso. Para llegar a los árboles tenía que erguirse sobre las patas traseras apoyándose en la cola y sujetarse con los brazos para luego estirar el cuello.

Lufengosaurus: El esqueleto del

Lufengosaurus se parece mucho al del Plateosaurus. Tenía una mandíbula alargada repleta de pequeños dientes que se encontraban juntos y tenían forma de hoja, una forma perfecta para arrancar las hojas. Sus pìes eran anchos para repartir su peso y tenían cuatro dedos. Los brazos eran largos y terminaban en grandes garras, en especial en el pulgar.